De repente, vio que llegaba un cazador montado encima de su caballo. El cazador se acerco hasta el, se bajo, salido y le dijo:
- Me he perdido por la montaña y estoy buscando el camino que lleva a la ciudad de Gondar.
- Gondar? ¡Eso esta a dos días de camino desde aquí!- le respondió el campesino-. El sol ya se esta poniendo y seria mas sensato pasar la noche aquí y marcharse mañana por la mañana.
El campesino cogió a una de sus tres gallinas, la mató, y la cocinó con un fuego de leña y preparó una buena cena que ofreció al cazador. Después de cenar los dos sin charlar demasiado, el campesino dejó su cama al cazador, y él se durmió en el suelo al lado del fuego.
A la mañana siguiente muy temprano, cuando el cazador se despertó, el campesino le explico como llegar a Gondar:
- Tiene que adentrarse por el bosque hasta que encuentre un río, que habrás que cruzar a caballo vigilando mucho no pasar por la parte más honda; luego debes seguir por un camino que bordea un precipicio hasta que llegues a una carretera más ancha…
El cazador, que le escuchaba con mucha atención, le dijo:
- Me parece que me volveré a perder. No conozco esta región… ¿Tu me podrías acompañar hasta Gondar? Podrías subir al caballo, detrás de mí.
- ¡De acuerdo! - dijo el campesino-, pero con una condición… Cuando lleguemos me gustaría conocer al rey, no lo he visto nunca.
- Lo verás, te lo prometo.
El campesino cerró la puerta de su cabaña, montó en el caballo detrás del cazador y empezaron la ruta. Pasaron horas y horas atravesando montañas y bosques, y toda una noche entera. Cuando iban por camino sin sombra, el campesino abría un gran paraguas negro y se protegían los dos del sol. Y cuando por fin vieron la ciudad de Gondar en el horizonte, el campesino le preguntó al cazador:
- ¿Y como se reconoce un rey?
- No te preocupes, es muy fácil: cuando todo el mundo hace lo mismo, el rey es aquel diferente. Observa bien las personas de tu entono y lo reconocerás-
Poco después los dos hombres llegaron a la ciudad y el cazador cogió el camino del palacio. Un montón de gente estaba delante de la puerta hablando y explicando historias, hasta que, en ver a los dos hombres a caballo, se apartaron de la puerta y se arrodillaron a su paso. El campesino no entendía nada. Todo el mundo se arrodillaba menos él y el cazador, que iban a caballo.
- ¿Dónde debe estar el rey?- preguntó el campesino- ¡Yo no lo veo!
- Ahora entraremos al palacio y lo entenderás, ¡te lo aseguro!
Y los dos hombres entraron al palacio. El campesino estaba inquieto. De lejos veía una hilera de personas y de guardias también montados a caballo que les esperaban delante de la entrada. Cuando ellos pasaron por delante, los guardias desmontaron y solo ellos dos seguían arriba de su caballo. El campesino empezó a ponerse nervioso:
- Me dijiste que cuando todo el mundo hiciera lo mismo… ¿Pero donde esta el rey?
- ¡Paciencia! Ya lo reconocerás. Tú sólo acuérdate que cuando todo el mundo hace lo mismo al mismo tiempo, el rey es diferente.
Los dos hombres bajaron del caballo y entraron en una inmensa sala del palacio. Todos los nobles, los cortesanos y los consejeros reales se quitaron el sombrero en verlos. Todos iban sin sombrero excepto el cazador y el campesino, que tampoco no entendía de que servia ir con sombrero dentro de un palacio. El campesino se acerco al cazador y le murmuro:
- ¡No lo veo!
- ¡No seas impaciente, acabarás reconocimiento! Vente a sentarte conmigo.
Los dos hombres se sentaron en un gran sofá muy cómodo. Todo el mundo estaba de pie a su alrededor. El campesino cada vez estaba más inquieto, observo bien todo lo que veía, se acerco al cazador y le pregunto:
- ¿Quien es el rey? ¿Tú o yo?
El cazador se puso a reír y le dijo:
- ¡Yo soy el rey, pero tú también eres el rey porque sabes acoger a un extranjero!

Y el cazador y el campesino fueron amigos durante muchos años.
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