Era un día como los de antes… y un pobre campesino, tal pobre que no tenía nada más que la piel sobre los huesos y tres gallinas que picoteaban algún grano de “teff” que encontraban en el suelo de tierra lleno de polvo, estaba sentado en la entrada de su vieja cabaña como cada atardecer.
De repente, vio que llegaba un cazador montado encima de su caballo. El cazador se acerco hasta el, se bajo, salido y le dijo:
- Me he perdido por la montaña y estoy buscando el camino que lleva a la ciudad de Gondar.
- Gondar? ¡Eso esta a dos días de camino desde aquí!- le respondió el campesino-. El sol ya se esta poniendo y seria mas sensato pasar la noche aquí y marcharse mañana por la mañana.
El campesino cogió a una de sus tres gallinas, la mató, y la cocinó con un fuego de leña y preparó una buena cena que ofreció al cazador. Después de cenar los dos sin charlar demasiado, el campesino dejó su cama al cazador, y él se durmió en el suelo al lado del fuego.
A la mañana siguiente muy temprano, cuando el cazador se despertó, el campesino le explico como llegar a Gondar:
- Tiene que adentrarse por el bosque hasta que encuentre un río, que habrás que cruzar a caballo vigilando mucho no pasar por la parte más honda; luego debes seguir por un camino que bordea un precipicio hasta que llegues a una carretera más ancha…
El cazador, que le escuchaba con mucha atención, le dijo:
- Me parece que me volveré a perder. No conozco esta región… ¿Tu me podrías acompañar hasta Gondar? Podrías subir al caballo, detrás de mí.
- ¡De acuerdo! - dijo el campesino-, pero con una condición… Cuando lleguemos me gustaría conocer al rey, no lo he visto nunca.
- Lo verás, te lo prometo.
El campesino cerró la puerta de su cabaña, montó en el caballo detrás del cazador y empezaron la ruta. Pasaron horas y horas atravesando montañas y bosques, y toda una noche entera. Cuando iban por camino sin sombra, el campesino abría un gran paraguas negro y se protegían los dos del sol. Y cuando por fin vieron la ciudad de Gondar en el horizonte, el campesino le preguntó al cazador:
- ¿Y como se reconoce un rey?
- No te preocupes, es muy fácil: cuando todo el mundo hace lo mismo, el rey es aquel diferente. Observa bien las personas de tu entono y lo reconocerás-
Poco después los dos hombres llegaron a la ciudad y el cazador cogió el camino del palacio. Un montón de gente estaba delante de la puerta hablando y explicando historias, hasta que, en ver a los dos hombres a caballo, se apartaron de la puerta y se arrodillaron a su paso. El campesino no entendía nada. Todo el mundo se arrodillaba menos él y el cazador, que iban a caballo.
- ¿Dónde debe estar el rey?- preguntó el campesino- ¡Yo no lo veo!
- Ahora entraremos al palacio y lo entenderás, ¡te lo aseguro!
Y los dos hombres entraron al palacio. El campesino estaba inquieto. De lejos veía una hilera de personas y de guardias también montados a caballo que les esperaban delante de la entrada. Cuando ellos pasaron por delante, los guardias desmontaron y solo ellos dos seguían arriba de su caballo. El campesino empezó a ponerse nervioso:
- Me dijiste que cuando todo el mundo hiciera lo mismo… ¿Pero donde esta el rey?
- ¡Paciencia! Ya lo reconocerás. Tú sólo acuérdate que cuando todo el mundo hace lo mismo al mismo tiempo, el rey es diferente.
Los dos hombres bajaron del caballo y entraron en una inmensa sala del palacio. Todos los nobles, los cortesanos y los consejeros reales se quitaron el sombrero en verlos. Todos iban sin sombrero excepto el cazador y el campesino, que tampoco no entendía de que servia ir con sombrero dentro de un palacio. El campesino se acerco al cazador y le murmuro:
- ¡No lo veo!
- ¡No seas impaciente, acabarás reconocimiento! Vente a sentarte conmigo.
Los dos hombres se sentaron en un gran sofá muy cómodo. Todo el mundo estaba de pie a su alrededor. El campesino cada vez estaba más inquieto, observo bien todo lo que veía, se acerco al cazador y le pregunto:
- ¿Quien es el rey? ¿Tú o yo?
El cazador se puso a reír y le dijo:
- ¡Yo soy el rey, pero tú también eres el rey porque sabes acoger a un extranjero!
Y el cazador y el campesino fueron amigos durante muchos años.
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