¿Por qué el koala vive subido a los árboles si no es un pájaro? ¿Por qué el emú no puede volar si es un ave? Si quieres conocer los secretos que esconden estos animales australianos, lee el cuento de el koala y el emú :
Hace mucho tiempo, cuando el mundo vivía en el “Tiempo de los sueños”, los animales convivían en la más absoluta armonía y tranquilidad, ya que más o menos todos llevaban la misma vida, tranquila y sosegada.
Pero un día estalló una discusión de enormes dimensiones que les encerró en el silencio más absoluto: se retiraron la palabra los unos y los otros. Pasaron las horas, los días y las semanas, y ni con el tiempo se devolvieron el saludo.
Muchas gotas de lluvia cayeron de las nubes hasta que, finalmente, se dieron cuenta de que ni siquiera recordaban el motivo que les había llevado a enfrentarse. Era tan ridículo continuar en aquellas circunstancias que decidieron volver a ser amigos otra vez, como si nada hubiera pasado.
Todos se hicieron amigos menos el emú, un animal lleno de orgullo y tozudez, y que se resistía a relacionarse con sus semejantes que vivían en los árboles, a los que consideraba inferiores.
Una vez, el emú se encontró al koala, y le dijo:
-Tenemos que resolver esta cuestión de una vez por todas, y ver finalmente quién tiene razón en nuestro debate.
-¿A qué te refieres? –le preguntó el koala- pero si ya nadie recuerda el motivo que nos llevó a enfrentarnos... lo mejor es que volvamos a ser amigos, como antes lo fuimos, y nos olvidemos de la cuestión.
Pero el emú entendía esto como una derrota. Era demasiado orgulloso y se creía mucho mejor que los demás. Esto hacía que de tantos elogios que se lanzaba a sí mismo, se fuera hinchando cada vez más y más, volviéndose grande y pesado, como un enorme globo cubierto de plumas:
-¡Seguro que éramos los pájaros los que teníamos razón! Por eso somos superiores a los animales que viven en los árboles. Además somos muy inteligentes y sabemos volar...
Tanto llegó a crecer su cuerpo orgulloso que cuando quiso pavonearse levantando el vuelo, el peso de su enorme cuerpo no le dejó volver a volar. Furioso y asustado, el emú empezó a correr arriba y abajo, estirando el cuello tanto como le era posible hacia el cielo, intentando tirar de él sin ningún resultado.
Cuando se volvió hacia el koala que contemplaba la escena, el emú tenía un gesto tan aterrador que el pobre koala se encaramó de un salto al árbol más cercano. Una vez allí decidió que jamás volvería a poner un pie en el suelo, temiendo que el emú la emprendiera con él.
Ni cuando la sed le asaltaba cedió en su empeño, pues descubrió que en las hojas verdes se escondía un poco de agua, quizás menos de la que cabía en una sola gota, pero suficiente para poder sobrevivir.
Desde entonces el koala ya no bebe nunca agua como los otros animales, y se pasa los días y las noches subido a los árboles. La vida del emú también cambió pues desde entonces, no ha dejado de correr agitando sus alas cada vez más pequeñas, intentando sin éxito, volver a volar como lo hacía en aquél “Tiempo de los sueños”.
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