jueves, 17 de junio de 2010
El conejito de la casa de palma.
Fuerza bruta
Sueles prestar tus cosas cuando te las piden? ¿O tienes miedo de que no te las devuelvan a tiempo?
Un lindo conejito se construyó una casa de palma. ¡Y menos mal! Porque nada más terminarla llegó el invierno. Un día de lluvia estaba el conejito delante de la chimenea cuando llamaron a la puerta.
«¿Quién es?», preguntó el conejo. «Soy el zorro. Por favor, déjame entrar en tu casa, estoy empapado».
El conejo le dijo que su casa era tan pequeña que no cabían los dos y que buscase otro refugio. Pero el zorro insistió tanto que le convenció, y le dijo que sólo estaría un momento para calentarse en la chimenea. El conejo salió de su casa, y en la puerta se quedó con la lluvia calándole los huesos. Aguantó y aguantó el frío hasta que no pudo más y le dijo al zorro que le devolviera su casa. Pero el zorrito empezó a reírse y le dijo que de allí no le sacaba nadie.
Entonces el conejo pidió ayuda a un burro, a un perro y a un gato, que con mucha cortesía y educación intentaron que el zorro dejase la casa del conejo, pero de nada sirvió. El conejo estaba a punto de enloquecer, cuando se acercó por allí un gallo muy pinturero que le dijo al zorro: «Como no salgas inmediatamente, te voy a meter dos tiros con esta escopeta». Y el zorro salió despavorido y no se le volvió a ver más por aquellos lares.
En ocasiones hace falta más que las buenas maneras y la educación para vencer la astucia de un fresco
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario